sábado, 6 de marzo de 2010

Novedades Tarasca!

editorial Mansalva


Oda
Fabián Casas

Colección:Poesía y ficción latinoamericana
Género: Poesía Argentina
Cantidad de páginas: 64
Ibsn: 978-987-1474-09-7
Precio: $37

El Caudillo
Jorge G. Borges

Colección:Poesía y ficción latinoamericana
Género: Novela Argentina
Cantidad de páginas: 128
Ibsn: 978-987-1474-15-8
Precio: $45
Formato: 1

Osvaldo Lamborghini Una Biografia
Ricardo Strafacce

Colección:Campo Real
Género: Ensayo y Biografía
Cantidad de páginas: 895
Ibsn: 978-987-1474-05-9
Precio: $220


Una Poesía del Futuro
Conversaciones con Juan L. Ortiz

Colección:Campo Real
Género: Entrevistas
Cantidad de páginas: 80
Ibsn: 978-987-1474-08-8
Precio: $40

El Giro Autobiográfico de la Literatura Argentina Actual
Alberto Giordano

Colección:Campo Real
Género: Ensayo Argentino
Cantidad de páginas: 96
Ibsn: 978-987-1474-12-7
Precio: $40
Formato: 14 x

Dante y Reina
César Aira/Max Cachimba

Colección:Poesía y ficción latinoamericana
Género: Novela Argentina Ilustrada
Cantidad de páginas: 96
Ibsn: 978-987-1474-17-2
Precio: $52

La Música Equivocada
Rosario Bléfari

Colección:Poesía y ficción latinoamericana
Género: Poesía Argentina
Cantidad de páginas: 64
Ibsn: 978-987-1474-16-5
Precio: $37

Veinte años de poesía argentina y otros ensayos
Francisco Urondo

Colección:Campo Real
Género: Ensayo Argentino
Cantidad de páginas: 208
Ibsn: 978-987-1474-18-9
Precio: $52
Formato: 14 x 21,5

La transformación de Rosendo
Ricardo Strafacce

Colección:Poesía y ficción latinoamericana
Género: Novela Argentina
Cantidad de páginas: 64
Ibsn: 978-987-1474-21-9
Precio: $36

Mis escritores muertos
Daniel Guebel

Colección:Poesía y ficción latinoamericana
Género: Novela Argentina
Cantidad de páginas: 64
Ibsn: 978-987-1474-20-2
Precio: $36

Dame pelota
Dalia Rosetti

Colección:Poesía y ficción latinoamericana
Género: Novela Argentina
Cantidad de páginas: 160
Ibsn: 978-987-1474-19-6
Precio: $42




Ensayos murmurados
Arturo Carrera

Colección:Campo Real
Género: Ensayo Argentino
Cantidad de páginas: 160
Ibsn: 978-987-1474-24-0
Precio: $46





Oda
Fabián Casas

Colección:Poesía y ficción latinoamericana
Género: Poesía Argentina
Cantidad de páginas: 64
Ibsn: 978-987-1474-09-7
Precio: $37



Linaje
Gabriela Bejerman

Colección:Poesía y ficción latinoamericana
Género: Novela Argentina
Cantidad de páginas: 96
Ibsn: 978-987-1474-22-6
Precio: $3

Novedades Tarasca!


Editorial Gog y Magog



AGUA NEGRA, Martín Rodríguez




las primeras gotas de una lluvia
vuelven cualquier escena
delicadísima
la ventana abierta
acostados en la cama
el cuerpo el pelo se les moja
un límite líquido.
tiempo igual al tiempo
del agua en las manos.
lo desnudo
no habrá otro reino nunca.
fracción indecible del sueño
donde los cuerpos se tocan.
agua donde se tocan
y apagan o encienden
no hay piedad.
los cuerpos
buscan transparencia:
tiempo sin idioma
sólo el peso cardíaco

ALLES DING, Laura Estrin



Me hace feliz una pulsera
que cuelga sin irse del brazo,
que está,
que puede estar para siempre ahí.

Y también
los anillos que hacen los gestos de las manos
mientras se espera uno de colores.

Coralina rojo, hoy me acompaña.

***

A la mañana
ritos de iniciación.

Gris gris gris tormenta.
Casa calma quieta.

Un anillo festivo, plata y esmaltes
para todos los días.

***

¿Qué vale y qué no?
en la mano para siempre.
Color y altura de vestido,
para vestir siempre.

Como las gitanas de colores en las piernas,
iguales los moños de la cabeza, el pañuelo
y la pollera.

ANDINISTA, Bárbara Belloc



Manifiesto

Caminos, caminos y caminos. De polvo, polvo rojo, ceniciento, polvo de estrellas; de grava; de pedruscos; de tierra negra. Senderos en el pasto, en las selvas y en los bosques. Caminos descubiertos al andar sin rumbo. Rutas pavimentadas, cortadas y en construcción; carreteras y sistemas de puentes. Puentes levadizos. Túneles. Cavernas abiertas en ambas caras de la montaña como los tránsitos de un topo. Lechos de ríos corrientes y secos. A campo traviesa. En la pampa. En las cascadas. A cielo llano, rival y espejo. Al azote de una tormenta. Por el cañón, de noche. En suelo antediluviano. Entre las plantaciones de maíz y de bananos. Por los bambúes, a machetazos. Tras la huellas de los zorros en la nieve. Sobre el hielo. Sobre las hojas crujientes de oro. Cuesta arriba. En basurales y desarmaderos de autos. En la huerta que fue mía. Entre mi casa y la tuya, la suya y las de otros. De la cocina a la cama. Por las calles y sus continuaciones. En terrenos expropiados y baldíos. Hasta el puesto, la tranquera, la terminal y el aeropuerto. Hasta caer rendida de cansancio. Por la ruta del café, la ruta arqueológica, la ruta criolla y la de los fundadores y sus monumentos. Por la línea de la costa. En la pasarela sobre el estero. En el monte cerrado de espinos y cactus. En la selva altísima, con magnolias y cocos e hibiscus suspendidos en el aire para alegría de los monos. Al pie de las lianas. Arriba de las nubes. En barranca. Entre estuarios. Entre raíces. Siguiendo la manada de alces. Por el imperio del Inca, en línea recta. De isla a isla. Trazados, o a tientas, en el desierto. En playas de arena blanca, tibia y suave; de arena gruesa y fría, conchillas, parvas de caracoles. En una playa de arena negra. En mesas de piedra pómez. Entre multitudes y concentraciones. Marchando en protesta. En gruesos macizos. Pisando sal. A nado, en deltas. En busca de donde podrían desovar los salmones. Con ayuda de las manos. Sola, en pareja. Con amigos, con extraños. Sobre el vacío, por caminos colgantes de soga. Sobre lenguas heladas de lava. Al lado de las vías del tren. Antes de ir a dormir. Después del huracán, con tres secciones de árboles volteados enteros en la ruta, una mata verde y compacta hasta las rodillas, un laberinto fragante a andar con los ojos cerrados antes del amanecer. En ayunas. Comida. Por las placas de piedra donde anidan las águilas. Por los pirizales y las sabanas. Subterráneos. Arcillosos. De cornisa. Tupidos de bromelias. Contracorriente. Contra remolinos de arena. En los mares. En la bahía. Al sol que abrasa y la brisa, aire de la luna. Leche de la luna.

CAMINO DE VACAS, José Villa


Río

En el atardecer, el agua casi helada,
blanca, turbia
la corriente de brillos planos
cada vez más
rápida, los peces que no podemos atrapar
ni ver cerca de la orilla
donde nos lavamos los pies
del limo y la arena;
allí está la figura, alzo la mirada,
oscura, sobre la soledad
del agua, la estructura derruida del puente;
los últimos autos empiezan
a salir de la playa que de a poco
va tornándose más encendida y desierta,
que va envolviéndonos con sus olas blandas,
de hielo; los peces
se nos escurren en lo turbio
de la arena; empezamos a salir
a darle la espalda el río, las sombras quedan
como un gran abatimiento, los peces en el agua
petrificados en él

COMO UN ZUMBIDO, Damián Ríos



Las colillas consumidas

La verdad rebota en el patio
de un pe hache prestado:
un haz rectangular,
amarillo, encuadra plantas verdes
y tierra húmeda
en macetas oscuras, diciembre
veinticinco, tres de la tarde: ella

prepara el té, corta el zumbido de la heladera
con ruidos amables, claros: loza y loza
o el agua hervida que ahora completa
humeando una taza
y un aroma empieza a trepar en el vapor,
mezclándose,
a ver si comprendemos.

DONDE ESTÁ MI PATRIA, Pasolini

Traducción de Vanna Andreini



Me soñé siendo rico

Yo estaba adentro en el mar
en las vísceras
de vidrio.

Mar-madre,
yo nadaba hacia el techo
de sol.

Mi corazón era
perfume de roble
pez divino.

Yo nadaba en el linno fresco de sol.
El peso del mundo era una almohada
luminosa de perlas de agua y cantos rodados.

Cantos rodados del mar!

Peces de carne devenida oro!

Sombra luminosa de los barcos!



Mi sono sognato di essere rico

ero dentro nel mare
nelle viscere
di vetro.

Mare-Madre,
nuotavo verso il tetto
di sole.

Il mio cuore era
profumo di rovere
pesce divino.

Nuotavo nel lino fresco di sole.
Il peso del mondo era un cuscino
lucente di perle d´acqua e ghiaia.

Ghiaia del mare!

Pesci di carne divenuta oro!

Ombra lucente delle barche!

EL FIN COMENZARÁ POR LOS SUBURBIOS, Peter Semolic



Sofá

"decir fidelidad nos abre al fin los ojos"
Zbigniew Herbert, Sillita

Después de mucho tiempo duermo en la cama
de mi juventud.

En realidad no es una cama,
sino un sofá.

Emparchado, hundido en el medio,
con resortes que chillan largo.

Pocos yacerían sobre él sin miedo.
En cambio yo lo quiero como a un juguete roto.

Durante quince años suspiramos juntos.
Èl por mi peso,
yo por el aumento de la temperatura,
las malas notas, un amor desgraciado.

Él fue mi caballo alado,
mi Argo, mi isla solitaria.
En todo momento un compañero excelente.

Después dejé mi hogar, a mis padres
y mi juventud.

Llegaron otras camas,
camas de una noche en hoteles baratos,
camas con olor a leche de los cuartos de las chicas,
la dura litera militar.

Llegó el colchón
que llevó como un eterno viajero por el mundo.

Pero ninguno de esos lechos tiene nombre.
El nombre está reservado sólo para él.

Por eso lo llamo de noche.
Y él me responde con un quejido fiel y callado.
Que levemente encrespa la superficie de la noche.

Fuzine, 30 de julio de 1998

EL IMÁN DEL POETA, Simon Gregorcic



El pastor alegre

El bastón curvado en las manos,
en la cinta del sombrero, un ramo de flores,
como rey por la alta planina
voy, detrás del rebaño de ovejas.

Porque acá en la altura soleada
solo soy mi señor,
vivo de acuerdo a mi sano juicio,
no me importa el que dirán.

No estoy en el camino de nadie,
y nadie está en mi camino;
quién puede enturbiar mi alegría pura en este lugar,
quién puede molestar mi vida tranquila?

Nunca se nubla mi frente,
nunca se oscurecen mis ojos,
y canto y grito el sapucai alegre,
para que resuene de montaña a montaña.

Que otros vayan por el mundo
en busca de fama, fortuna;
yo quiero vivir en la montaña,
acá la felicidad, acá la paz está en casa.

Voy a cantar para el rebaño manso
mis canciones dulces,
a los del valle les voy a mostrar con fuerza,
lo que llena mi corazón feliz.

No, el bastón de pastor de ovejas
no lo cambio por el cetro de rey,
y prefiero, a la corona imperial,
las flores que llevo en la cabeza!

EL MALDONADO, Miguel Angel Petrecca



El fin del mundo

El más viejo del mundo será probablemente
también el último oficio en desaparecer: escritores,
pintores, etc, habrán desaparecido hace rato
para ese momento: nuevos oficios habrán surgido
en el medio para desaparecer ellos también,
sin chance, tarde o temprano, y algunos antiguos
tendrán de yapa antes de extinguirse tal vez
un ultimo auge; carpinteros y albañiles,
plomeros, electricistas y otras yerbas de la construcción
durarán mucho más que la mayoría sin duda,
para apuntalar las viejas ciudades en decadencia
o para fundar nuevas lejos del cambalache;
pero a la larga se habrán vuelto obsoletos
también ellos: la construcción: obsoleta,
los porteros obviamente obsoletos
arrastrados en esa misma vorágine
y junto con ellos los soderos y jardineros,
los ascensoristas y empleadas domésticas,
al igual que biólogos y botánicos empeñados
en bautizar y catalogar las nuevas especies;
sobre el yuyo que en seguida reemplaza
el asfalto o crece en los escombros las putas
seguirán hasta el final ejerciendo el suyo,
y se me cuentan con los dedos de la mano
los otros oficios que todavía valdrán algo:
cada día desaparecerá uno distinto
como en una rápida cuenta regresiva;
puesto que el futuro viaja desde el centro hacia afuera
todavía seguirán pululando un tiempo en los suburbios,
sin descendencia, sus últimos representantes,
igual que la luz de las estrellas muertas hace rato,
convencido cada uno de ellos, sin embargo,
que los herederos de sus herederos han de estar,
junto a las cucarachas, el último día
repitiendo de memoria el decálogo del oficio.

ESCRITOS A LA LUZ DE LAS COSAS QUE NO SE VEN, Nicolás Alberte



aquí siempre se nubla, siempre
como si fuera a llover ,el cielo
se pone de un gris muy negro y entonces
no nos movemos de adentro,lo oscuro
pervierte la habitación delineando
lo que se dice sin pensar
un mortuorio rito de desenterrar lo nuestro
en el camino del medio entre la cama
y el cementerio. aparecen
las cosas que nos dan a luz y no se ven
todos los objetos que no se dicen así
pero son, están ahí cuando se nubla
siempre estarán

me refiero a esto

LA LENGUA DE LAS HUMAREDAS, Pierre-Albert Jourdan



La lengua de las humaredas

Calendario de un mes de verano. De ahora en adelante las hojas sueltas circulan libremente, se estremecen en los faldones de la capa de noche doblada sobre el sueño. Durante el día también se reflejan algunas manchas en las ventanas bien abiertas sobre el hilo tenso entre las horas opacas.

Calendario de un mes. Virtud de un suelo olvidado, de una tierra ajándose de vida.

Reveo con rabia, con alegría secreta, este camino que se hunde, retoma la pendiente ruda, emerge.

Suavidades multiplicadas.

Zorro, pradera musgosa, pueblo escondido bajo la roca, temblores de tierras hasta la vigía. Aún más allá...

Calendario infinito. Las pocas palabras recogidas ya tiritan bajo la mano del viento; el lenguaje marginal.

Calendario de la Mirada, así se abre el mundo respetado.
¡Arma blanca! ¡La entalladura minúscula en el bosque!

Un poco de savia, la aguja fina de la mano inocente que remienda los trapos del tiempo para adentrarse con bravura en el frío.





La Langue des fumées


Calendrier d’un mois d’été. Les feuillets détachés désormais circulent librement, frémissent dans les pans du manteau de nuit redoublé sur le sommeil. Le jour aussi quelques taches miroitent aux fenêtres béantes sur le fil tendu entre les heures opaques.

Calendrier d’un mois. Vertu d’un sol oublié, d’une terre craquante de vie.

Je revois avec rage, avec joie secrète, ce chemin qui s’enfonce, remonte la pente rude, émerge.

Douceurs multipliées.

Renard, verger moussu, village dérobé sous le roc, tremblements de terres, jusqu’à la vigie. Au-delà encore…

Calendrier infini. Les quelques mots rassemblés frissonnent déjà sous la main du vent; le langage d’à côté.

Calendrier du Regard, ainsi s’ouvre le monde respecté.

Arme blanche ! L’entaille minuscule dans la forêt ! Un peu de sève, l’aiguille fine à la main innocente qui ravaude les hardes du temps pour s’avancer bravement vers le froid.

LA TIERRA DESOLADA, Alojzij Gradnik



Sol de otoño

Sol, sol, ¿por qué arden tan potentes
tus cintas doradas en los días silenciosos?
Los campos cansados, los bosques están cansados,
ya no sienten las manos amantes.

Pero el que ahora los ama y los abraza,
les saca la última fuerza y la última sangre,
para que una muerte prematura los alcance.

Sol, sol dorado en lo alto del cielo
sigue brillando, brilla, no le importa nada,
como fuego de un poderoso incendio
cada vez más fuerte en el campo flamea.

Como un hombre, que loco, sin consideración
a la mujer, que agoniza pálida en sus manos,
aún con más fuerza se le prende a la boca.

LIBRO CHINO, María Cecilia Perna



Pero volvamos los ojos al Dragón
panza de fuego
amarillo
rojo fuerte
en los pequeños pies
de la doncella.

*

Y tratemos aún de imaginar
el sable del guerrero
que no mata,
sabiamente
nada más mide sus fuerzas
respecto del Guardián.

*

Porque si ella se dignara
a reconocer sin miedo
la protección caliente
y dulce
del Guardián de aquella puerta
tomaría todo el fuego
sagrado de su boca
adentro
en el centro de su cuerpo
lo retendría apenas
con la punta de la lengua
pegada al paladar.

MINGUS O MUERTE, Rodolfo Edwards



Dios Alikal

oh Alikal
dios de sal
antimuerte
vacuna diaria de los descarriados
como una madre antigua
su infinita prole
cuentas las botellas vacías
los caídos los imbéciles de siempre
buscas en los rencores
en los senos de Pupé
en la bisectriz rancia que pare la luna
en sus lentas retiradas
soy un cachorro político
por treinta dineros
vendí mi corazón
falange de ángeles
en el infierno hepático/biliar/apátrida
hay una cosa llamada gracia
y tú la tienes oh redentor
resucitador perdona vidas
llenas mi galera de símbolos
y acometo la hermenéutica
con un puñal de utilería
un informe psiquiátrico
y un dado de plastilina

oh todo poderoso Alikal
dios en polvo y marimba
aplaca esta maldita ansiedad
que el sueño empaña
alarde osadía conjetura
de los santos demonios
modos de vivir
modus operandi
en la noche cruel y estúpida y genial
todo mezcladito en ese guiso
en el río revuelto sin ganancia
seremos un tibio recuerdo
en la filigrana del mantel
donde se posa una mosca
curiosa y asesina
almas vibrantes
en la retórica del vasito
dios Alikal
intercede
entre nuestro borracho corazón
y la querida Providencia
cuando el cielo está derrumbándose
danos paz y sosiego
en el bajón en la resaca
en las arenas del tobogán
amen

MUÑEQUITAS RUSAS, Julia Sarachu

(novela)



1. La llegada.

El barco había partido a las 20 hs del día 26 de julio del 2005 de Barcelona. Todos los pasajeros eran muy jóvenes, y viajaban en grupos, o al menos se agrupaban, conversaban porque con sólo mirarse se reconocían en una experiencia común: trabajar en la temporada de Ibiza. Llevaban ropas cómodas estilo hippie, bolsas de dormir, mate y hasta almohadas; ésa era la forma más barata de llegar hasta la isla, por 35 euros nos llevaba hacinados, pesado y lento a través de la noche sin luna del Mediterráneo. Yo no iba bien preparada. Casi por casualidad me encontraba en esa situación, y desconocía por completo los códigos. Mis jeans eran demasiado duros para soportar 13 horas de viaje contorsionada en una butaca inflexible. La campera no abrigaba lo suficiente. Adentro, el aire acondicionado sin control cortaba la circulación de la sangre de las extremidades; afuera, el viento frío del mar cuarteaba la piel. No pude dormir ni descansar. Cuando llegamos a las 9, la detención del movimiento, la suspensión del viento y el calor tibio del sol me reconfortaron un poco. Sin embargo caminaba como un zombi arrastrando la valija medio sin rumbo hipnotizada en el tumulto, seguí a la multitud...

POEMAS DE SUPERFICIE, Guillermo Neo



La casa del girasol

Los girasoles crecen frente a la casa.
Pegado al alero,
floreció el girasol más grande de todos:
tendrá metro y medio de alto
y su flor es del tamaño de un plato playo amarillo.

Ahora, mi casa no es una casa cualquiera
Ahora, mi casa es la casa del girasol.

Mi vecina O. dice que germinaron
De las semillas que les da de comer a los loros.
y ¿quién sabe? Tal vez sea así.

Hoy no se ve el sol
los girasoles se desploman hacia delante
como haciendo una reverencia a un dios ausente.

ROSARIO, Alejandro Rubio


Los mitristas


Bajo el imperio de un pensamiento ejecutivo
se irguió para los siglos esta alegoría de la patria
que viniendo desde el cabarute decadente,
aturdido y con cuatro copas de más,
el escéptico mira sin entender.
La América futura, ¿está opuesta o al lado
de la indígena? La constitucional,
¿sostiene una espiga o una espada?
Si no es que sostiene un libro
de Beatriz Guido. Capital provisional de la república,
la ciudad duerme amenazada; sus guardianes
están de francachela y el liberal
que se acerca desde el río sonríe con desprecio.
Como un sábalo que se pesca por ocio y se desecha
porque los frutos a conservar son otros,
trofeos de altura y líneas monumentales
pero no este mareo bípedo que dificultosamente
sube los escalones con cuidado senil,
el escéptico se siente ajeno, inútil,
extranjero y criminal. El mitrista
se ha detenido junto al cuenco
que central contiene el homenaje
a los caídos; baja la cabeza, parece meditar.
El otro alienta la esperanza vana
de que el efecto lo impresione
como a cualquier argentino con sangre;
pero las manos en los bolsillos, la mueca
que en la sombra se adivina de los labios
habituados a la lisonja y el sarcasmo
lo disuaden rápido y solo con su vergüenza
también, como las figuras que en un manual
de historia gesticulan convulsas por un lapso,
desea la toma, saqueo e incendio
de la urbe fenicia que comparten.

RUTA 2, Fernanda Nicolini



no se camina por una ciudad nueva con el pecho
amarrado como cuando se vuelve a la geografía negada
por qué decís que hay que sacarse fotos con
las nenas que lo piden como si fuera una estrella
apenas reconocida por unos versos
no soy yo
esto es un museo espacial en una isla en frente de un morro
paredes adornadas con nombres familiares: quién los lee
afuera no hay turistas sólo un carro con bocadillos de los que
se fríen demasiado
en la guía recomiendan no comprar.

la tarde se hace igual en todos lados
al mar lo ves contra la línea
que no te cansa porque entre los edificios ya no existe

***

divido los inviernos en dos: el que nevó y los otros
el agua siempe gris de mayo a octubre y las medias
no cubren las piernas a la madrugada
tengo que caminar hasta el colegio de la loma
sin corbata la tuya negra a rayas como mafioso pensás
y las teorías de la vida ascética en un papel se arrugan
en el bolsillo del saco del mismo costado del que doblás el brazo
para entrar acompañado a una fiesta.

RUTA DE LA INVERSIÓN, Daniel Durand



Luz y oscuridad

Llego, entro, prendo la luz de la cocina
y sorprendo a las hormigas coloradas
puliendo los platos y cargando
todos los restos de comida.
No me molestan, pero mentalmente
las advierto sobre la superpoblación:
hasta ahora el ecosistema se mantiene.
Sin embargo, si consigo trabajo,
comeré más, vendrán amigos y mujeres,
habrá más restos, ustedes crecerán
y tendré que echar insecticida.
Sólo esta pobreza puede mantenernos
delicadamene unidos.

SALA DE ESPERA, Vanina Colagiovanni


Profusión de nadadores
sobre las aguas del mundo
brazos en alto a su turno
se hunden en la dimensión sobrenatural
de la espuma
la conciencia deviene en otro movimiento
bancos de arena se abren pidiendo silencio
mientras los cuerpos cavan
caminos en la sombra atlántica
piernas musculosas nucas de gomaespuma
entibian el aire
se adormecen
en una sacristía sin gravedad
éxtasis infantil
nadar o desdoblarme
dividirme en miembros largos
y pausas de líquido pesado
aprendiendo sin saber todos los movimientos.

SIRENAS EN LA CAMA, Vanna Andreini



Vivo mi edad media
no me llegan
las informaciones
del mundo
sino por destellos
reverberaciones instantáneas
breves dolores
en mis ojos
luego nada
come gli Umbri
entre bosques sin mar
soy oscura
desconozco la civilización
sospecho de los globalizados
no miro el noticiero
no me hace falta mediatizar
el desconsuelo
èl
me narra los sucesos
yo
por los puentes de hidrógeno
paso
hasta la escuela

las madres jóvenes son otro grupo.

SOBRANTES, Alejandro Rubio


Kurdistán

Cansados de mirar a través de las ramas
del paraíso la luna que seca y constante
emitía su luz como la antena
emite las ondas de Continental que en ese momento
narraban al andurrial las noticias
de la guerra contra los kurdos – nosotros,
cortados por la misma tijera en papel crepé,
muñequitos que la madre hace para que el niño
aprenda, si es posible antes que el padre,
el proceso en serie de la virilidad - ,
con el estómago lleno de humo y los dientes amarillos
nos tomamos el 96 hasta Ciudadela.
Nos sentamos en la estación a esperar
el último tren que debía traer
los cajones de uvas verdes para la loba,
la zorra, ésa. Como era delgado y frío
el aire que rodeaba los monoblocks a la distancia
de un disparo de 22, imaginamos
montañas donde moles marrones abultaban
y sobre ellas guerreros con las mejores pieles,
ésas que tienen las especies en extinción.
Detrás de una columna un chancho fumaba
y el escudo del uniforme se tocaba con los dedos
de uñas comidas por mala costumbre y por vicio.
Hasta que uno, el más sabio o el más tonto
o uno que no se sabía si era o se hacía
u otro, en fin, que se las daba de pillo
aunque era nabo, pronunció las palabras mágicas
y nos adentramos más hacia el este,
hacia el río de león que si no llevaba
un raviol llevaba un canelón.

TANQUE AUSTRALIANO, Marcelo Leites


Un círculo de agua cristalina
contenida por paredes de chapa
circular y oxidada.
El tanque australiano está en una loma
escondido a los ojos del caminante
por una higuera que lo rodea
y lo protege.
Ramas con jazmines amarillos dentro del tanque.
Un colibrí de aspas vertiginosas pasa
inmóvil entre las ramas.
Dos chorros bajan por dos caños grises:
uno, para renovar el agua del tanque,
al otro llega el agua residual del riego
del gran jardín que no se ve desde el tanque
y donde hay una huerta, aguaribays, sauces,
gomeros, robles, paraísos y otros vegetales.
La perspectiva abrupta de la hondonada
se amortigua por inmensas hectáreas
ordenadas como campos de golf,
aunque aquí y allá hay arbustos,
yuyos, perros y caballos.
Aquí no llegan los ruidos de la ciudad
y el aire huele a pescado y a barro
del Uruguay siempre presente.
No se trata de una escena bucólica
sino de una ventana para mirar
el mundo.

TODAS LAS PALABRAS PARA DECIR ROCA, Gary Snyder

Traducción de Bárbara Belloc




Siwashing It Out Once in Suislaw Forest

I slept under rhododendron
All night blossoms fell
Shivering on a sheet of cardboard
Feet stuck in my pack
Hands deep in my pockets
Barely able to sleep.
I remembered when we were in school
Sleeping together in a big warm bed
We were the youngest lovers
When we broke up we were still nineteen
Now our friends are married
You teach school back east
I dont mind living this way
Green hills the long blue beach
But sometimes sleeping in the open
I think back when I had you.


Desaprendiendo la lección una vez en el bosque de Suislaw

Dormí bajo rododendros
toda la noche llovieron capullos
temblando sobre una plancha de cartón
los pies contra la mochila
las manos hundidas en los bolsillos
pudiendo apenas conciliar el sueño.
Recordé cuando íbamos al colegio
cómo dormíamos juntos en una cama grande y tibia
éramos los más jóvenes amantes
cuando rompimos teníamos aún diecinueve años
y ahora nuestros amigos están casados
vos sos maestra de escuela en la costa este
a mí no me importa vivir así
verdes colinas la larga playa azul
pero a veces durmiendo a la intemperie
me acuerdo de cuando te tenía.

TRANSFORMACIONES, Julia Sarachu

Autoconsistencia

Soy cauta,
No pronuncio una palabra
Si antes no explota en mi garganta.
Porque pienso,
Cada transformación
Inmoviliza el universo.
Yo misma
soy una estrella congelada
que viaja del centro a las aristas
y sólo al profundizar en su centro
se libera.
No quiero
servidumbres encubiertas
ni palabras que debilitan
ni poderes que se deshacen como bosta seca.
Porque cuando Prometeo le dio el rayo a los hombres,
la víbora perdió su veneno
y aquellos su Pan.
Voy a ver
qué se mueve bajo el agua del río
y la tintura del álamo que sangra.

El primer peinado Leyendecker


En el principio la suspicacia dio nombre a los seres.

Después, en la perfecta conjetura del presente
perdimos el don del impedimento y alzamos este muro
en el que hoy se agolpan las más feroces banalidades.
Desde entonces una consumada incapacidad
comenzó a destinar nuestros mejores trajes
a minuciosos baños de inmersión, los mismos
con los que presenciábamos colosales partidas de bochas
con el único objetivo
de ocultar nuestra verdadera tarea en las ciudades:
la de acumular imágenes de asnos
que empujan objetos de un lugar a otro.

Fue ahí donde escuché decir: “El compás
previsto por Von Schwedler se cerró”;
entonces supe de inmediato
que el único privilegio que arrastraría hacia la costa
era el de la imposibilidad; pero no precisamente la suprema,
más bien la de perfil torpe y operativa en el desdén.

Por eso, aunque me entretenga observando
desde un periscopio de juguete
el resplandor de un horizonte artificial,
debo disculparme y decirte en lengua muerta:
vete; no tengo más hielo para ti.

Y vendrán muchos más!
dejá tus comentarios, mandá mailes, buscanos en las ferias, los eventos culturales y recitales de poesía.
Envios a domicilio sin cargo!(valido en bahia blanca)